Hoy no podré hablarte de nada nuevo. Ya sé, en este momento todo todo es nuevo nuevo, pero no me pidas novedades porque yo sigo como siempre. Medio triste. Medio alegórica. Medio muerta. Medio encantadora. Medio adolorida por tanta novedad. Qué voy a contarte si no he perdido la pésima costumbre de escurrirme por el camino, y luego estas calles tan soleadas que no perdonan nada y me evaporan sin discreción. Claro. Últimamente el mundo se ha encargado de recordarme justamente eso, que por ser o tener ciertas cosas no puedo derretirme en la calle empedrada, pero tampoco tengo o soy en dólares o euros como para trascender la banqueta y descansar en el lomo de un camello triste. No, yo no me olvido que en este país no hay camellos,
Y sé muy bien que no, las mujeres no se derriten en las calles,y aun así tú has entendido que no encuentro descanso ni en la cama con sus sábanas nuevas.
Qué voy a contarte que sea nuevo, sólo tengo el amanecer de esta mañana desde mi terraza. Muy bonito. Muy enorme. Qué voy a contarte yo de mí si no me alcanzo desde la terraza como un globo triste que no parte más.
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