31.8.09
Karma 1
“Su brazo se adormeció mientras los días que se cubren de nubes eran azotados por el enojo de siempre”
Libros del desierto
Dicen que es el enojo de Dios y de los tiempos. Dicen que será como el fin de los tiempos. Será entonces la pausa más limpia, más extensa y más dulce entre todas las pausas del mundo? De todos los finales. A cuántos finales he de asistir? Cuántas veces podrás acabar con el mundo y cuántos diluvios? Cuántas veces se puede salir estando atrapado aquí…Dicen que el enojo de Dios adormece, pero dijeron lo mismo de su misericordia y mira… aquí seguimos.
Dios, no te conozco bien. No sé si eres tú lo que se esconde entre el viento y canta por las noches traspasando la ventana, el muro y el dolor. No sé si es tu voz o mi locura la que se escucha a veces entre las sábanas y las persianas de mi mente. Ya no hablo el idioma con el que me hablas. No sé si eres tú el que me despierta por las noches y empapa mi garganta con esta culpa eterna…
Cómo haré para volver a nuestro desierto? Vivo en una selva, vivo en un glaciar. Cómo haré para revivir en un desierto viejo, seco y devastado? Miro el mapamundi y todo me parece conocido en este ciclo irrepetible, inevitable de las cosas. Y esta culpa eterna. Quién va a perdonarme por las muertes que he dejado en otras vidas?
“!Y quién no!” así me dijo el mensajero para soplar misericordia entre mis labios tristes. “Quién no ha matado a un grupo entero. Quién no ha gozado con el llanto ajeno! Dime tú quién no ha pecado si para eso regresamos siempre aquí!
Yo no lo sé.
Nunca fui alguien que interfiere en los asuntos de los tiempos y yo no sé si tú también te has atrevido a herir al cielo con tu voz ¿Cómo sabría una mosca algo tan simple como la sangre de los tiempos si sólo está volando? Me olvidé de la sangre, de los lamentos y las súplicas interminables. Me olvide de los rostros, de los cuerpos y de la angustia y de la tierra que cubrió sus cuerpos vivos. Y me olvidé de los llantos y la traición y me olvidé y olvidé para volver a la pausa más simple, más extensa. Y a veces pienso que quizá floté un poquito y estuve ahí un segundo, llena de gozo. Llena de gozo… lejos
Y así de nuevo llueve y se moja el cuerpo suavemente con la calma de la tierra. Así de nuevo llueve y vuelven los recuerdos de la sangre que se absorbe para siempre en los desiertos de mi mente. Soy un desierto en el que habita mi pasado triste.
Señor, he pecado. Con este cuerpo de mujer, con esta vida de melancolía y calma. Señor, yo recuerdo. Y aunque me pierdo en los mapas de mi cuerpo y borro mi pasado, Señor, yo no me olvido del dolor causado y veo a la muerte que se acerca y hace que de nuevo me arda esta sangre antigua y sádica. Señor, sigo siendo un perro. Sigo con mi rabia y con mis ganas tristes. Dentro de la calma y la felicidad, sigo con mi sed de sangre.. Cuándo parará? Cuando he de volver a ese momento en el que nada ocurre?
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