16.6.08

Pian pianito

A veces, las cosas se retuercen, sobre todo si se desea mucho algo. Suena el timbre en la oficina de correos y todas las agendas organizan un complot para asesinar incluso al más insignificante deseo. El pretexto es el de siempre: hay que trabajar la paciencia…

En la oficina de correos dicen que los jóvenes deseamos demasiado, y ese de más es por de más muy malo. Entonces pienso en mi deseo de hace dos años, que se parece mucho al de hace cuatro y un poco más al de hace seis. Trato de hacerme a la idea e intento no forzar a nadie. A veces, pierdo el control y me retuerzo como las cosas que se retuercen. Mi pretexto, el mismo de siempre: esas cosas pasan cuando se trabaja la paciencia ya de por sí falla.

Yo intento como intentan casi todos los que me rodean. Leo mis recetas de cocina para disfrutar el muy mentado día a día. Deseo todo el tiempo no desear, y cuando tengo suerte, a veces pienso en no pensar. Está de más contarte que ya pasé por el budismo, pero hasta a mí me daba risa y le exigí de más al mantra; también compré tres pares de zapatos para saber si sí era consumista.

Se me hace injusta la oficina de correos porque las cosas de mi vida se retuercen si yo deseo mucho y en la paciencia se me desgasta la inocencia y ya estoy harta de no poder desear como una gorda la comida, de no poder besar con ansias. Ya estoy hasta la madre.

Está de más contarte que en este texto volvió a faltarme la paciencia. Las cosas se revuelven, las cosas se revuelven…

No tengo título porque mi autora no se concentra

Si te platico esto
Si te confieso
cómo doliste ayer
Si ya no puedo comparar
Jamás sabrás cómo fue…

Si yo te digo que
Si te dijera que yo
SIEMPRE QUISE QUERERTE
Sólo quería quererte bien…

Mira que fui muy ingenua
Mira que tonta que fui
Yo sólo quise quererte bien

Si yo te abrazo hoy
Si yo te digo que te quiero
Y tú te quedas callado…
Yo ya no quiero pensar
Porque no quiero comparar

Mira que fui muy solemne
Mira que tonta me vi
Tú que querías no pensar
Yo ya no quiero quererte…