1.1.10

Yo



Pero ésa no era yo. Yo no era el polvo, no era el silencio ni las sutiles marcas de las piedras. No fui las horas que recorrimos, el costo del pasaje o el frío insportable que sentímos al caer. No fui la carga ni las maletas que se pasearon por todo el mundo para llegar a lo mismo. Te digo, serena como siempre, ésa no soy.

No soy el polvo entre tus libros, no soy la música que escuchas. No soy el cuerpo que acaricias todas las noches, no soy la voz que te tranquiliza. Sólo soy polvo y silencio.

No soy las frases interminables que forcejean entre mis labios. No soy la calma de mis dedos, la suavidad de mi pecho o mi sonrisa de lágrimas.

En esos tiempos me confundiste, y hoy me confundes de nuevo, lejos del mar. En una orilla crees que me has visto, y hoy me confundes de nuevo con el espacio vacío entre tus huesos. Esa no soy.

No soy la sangre, no soy el tiempo, no soy los labios ni el cuerpo que miras.

Eso no soy.