6.1.09

Con la realidad tampoco...

Voy a contarte el cuento de la niña terca que no podía dejar de imaginar.
Imaginó jirafas amarillas cubiertas de motas moradas y les hizo cariñitos en la nariz para que se durmieran.

Imaginó enormes elefantes azules que cabían perfectamente en sus primeros poemas.
Imaginó romances inocentes con las rosas del jardín de su vecino y,
en una de las ochenta vueltas que le dio a la cama y al Caribe, se encontró con una piedra que le pareció interesante. Hablaba poco. No era blanca pero tampoco era negra. Era una piedra que la escuchaba con atención. Y platicó con la piedra. Y se amigó con la piedra; la conoció.

Voy a decirte por qué fue terca: quiso que la piedra la quisiera. Entonces, las jirafas amarillas tuvieron miedo y los elefantes azules comenzaron a buscar un espacio para enterrar sus huesos. Todo porque quiso que la piedra la quisiera. Quiso que la piedra…hasta yo me pongo triste.

Voy a decirte muy en serio y con cariño algo que debes comprender: Con la imaginación no se juega. Con la realidad tampoco.

Silencio en la calle

Anoche

Me encontré con el hombre en la calle
El que duerme en la calle
El que vive en la calle

Miraba atento un plato cubierto con papel aluminio
mientras delineaba sus labios
con líneas rojas en las que buscaba algo

Me quedé frente a él con mi estúpido morbo
Me paré frente a él con mi estúpido miedo
Con mi estúpido asco
Mis estúpidas ganas de quitarle ese estúpido espejo
que refleja los trazos y las búsquedas interminables
Estas búsquedas interminables
esas búsquedas tercas.