24.9.08

Av. Revolución


Iba yo, iba. En el auto a eso de las dos de la tarde. Mirando los seis carriles, mirando. Los seis carriles y las ballenas enormes, sostenidas por el cielo. Montadas en el cielo. Las ballenas de concreto nadaban en el cielo mientras los autos las recorrían. Iba yo, pensando que un día por ahí pasé y pensé que te quería, que te quería de vuelta. Que te quería volver a ver.
Esos momentos que no se viven realmente se sienten y se detienen.
Se sienten y me detienen el corazón. Detuve el coche para sentir la eternidad.

Cómo parar el coche? Detenerlo ahí, justo debajo de esa ballena de concreto? Sería, tal vez, ser incapaz de pensar en los demás.

Pero paré. Y las ballenas me cubrieron, toda, con una sombra muy inmensa y triste.

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