17.9.08

Saber mentir



Se necesitan muchas horas de sueño y horas de dolor. Horas pues, de esas que pasan lento. Entonces uno siente que algo se prepara en la cocina del pecho. Casi puede percibirse un olor a queso. Por que por supuesto que yo no tengo sangre roja, ni huesos ni eso acolchonado que a los hombres les encanta. Lo mío es ser un queso con forma de persona semiafeminada. Voy en el auto y pienso. Pienso mucho lo que pronto saldrá de mi boca semiácida. Mi boca rosa, roja, rosa, ro… mi boca. Pienso mucho que de mi queso mental saldrá una especie, una suerte de… bola peluda. Una bola peluda y sumamente intelectual que te dirá: “cariño mío, dirás lo que quieras pero mentiste”.
Sí, mi corazón de queso se prepara para una serie de palabras que están por comenzar.

No hay comentarios: